La luz…

…era amarillenta, con una cualidad tan cálida como enfermiza sinmultáneamente. Era luz de fiebre, luz de ensueño, la luz que atrae a quienes saltan a un pozo que se ha quedado vacío en un holocausto casi instantáneo, provocado y que volvería a ser convocado sin vacilar en las mismas circunstancias pero que no pueden evitar buscar si sobrevivió algo, como las costras que no puedes evitar tocar, como las cicatrices ya invisibles que sigues resiguiendo igual que cuando aún dolían sin aparente explicación; la luz que está al fondo del camino, al otro lado del bosque espeso y cerrado y que tanto puede ser trampa como refugio, e incluso ambos a la vez. Luz que huele a humo, que suena amortiguada y espesa, donde el tiempo no se atreve a pisar fuerte. Y que una vez te coge no quiere soltarte y es difícil saber si eso es bueno o malo. ¿Un veneno que cura o una cura que envenena? Elige, esa es siempre la clave final.

¿Estás allí? No sé que suena en tu mente en estos momentos pero huele a eso, reluce así, sabe a ese trago que acabas de dar a aquello que tienes en la mano, a ese regusto que queda en la boca. Silencio. Ahora escúchate.

– Supongo que todo ha ido maravillosamente.

– No te escabullas, ya ha sido más que suficiente. Te estás equivocando mucho y demasiadas veces y empieza a ser cargante.

– No recordaba que fuera una obligación. Igual no entendí bien las cosas.

– No puedes seguir reventando el ambiente, hay un espíritu de grupo que hay que mantener y…

– Mentira.

– ¿Disculpa?

– ¿Me explico? Puntos de vista diferentes. Eso no es un grupo, no para mí. Un grupo funciona porque funciona, de forma natural y sin otro plan que su misma existencia; es autocontenido no necesita un siguiente objetivo, estos aparecen pero no son necesarios. Cuando todo se mantiene a base de la siguiente fiesta no es un grupo, es un colección de adictos a las emociones fuertes, y cuando la gente que siempre estaba empieza a ignorar y evitar esos encuentros es que ni siquiera se trata de una celebración, sino de un control.

– Muy bonito, cuando el grupo no existe hay que crearlo y esa es una manera; de ahí sale el resto.

– Correcto en su primera parte, no así en la segunda.

– No piensas cambiar de opinión, ¿verdad? Ni tu manera de actuar.

– Ya lo hice, no veo motivo para volverlo a hacer. No es ni el momento, ni el lugar; ni se dan las condiciones

La luz parpadea ¿O has sido tú? ¿O yo? ¿Estabas hablando con alguien de verdad o estabas ensimismado en un eterna repetición? No tiene importancia, el refugio se ha acabado, afuera la luz es dura y fría y no importa qué o cuánto perdiste, no importa por qué, ni lo que creas; sólo que todo sigue. Mira antes de salir ¿ves esa cara? Un último gesto. Estás, no te has perdido, sigues siendo capaz de mirarte y no huir de aquello que ves. Es un buen principio.

Publicado en Filosofia barata, Relatos | Deja un comentario

A quién pueda interesar:

Recuerdo de forma vaga una fábula que últimamente me viene a menudo a la mente. Es la fábula del Viejo Rey Tronco y el Joven Rey Cigüeña.

El Estanque de las ranas era un caos. Nada era posible hacer, ni avanzar. Cuanto uno hacía, otro lo deshacía y así día sí, día también. Lo único que sí que se hacía era una gran cantidad de ruido.

Las ranas acabaron por llegar a un acuerdo por pura desesperación tras ser incapaces de organizarse y solicitaron a Zeus que les concediera un Rey que ordenara su vida. Insistieron e insistieron e insistieron tanto que Zeus  se dignó a observar el problema y les mandó al Viejo Rey Tronco. Áspero y poco agradable flotaba en el centro del Estanque y hacía aquello que podía de forma lenta.

Y ahí radicó el problema. Las ranas protestaron y protestaron; decían que otros estanques tenían reyes activos, elegantes y hermosos, y que no era digno de ellas tener que obedecer o aguantar a aquel viejo, mohoso y desgarbado Rey Tronco. Ni siquiera podían sentirse orgullosas de mostrarlo por su belleza, ni sus acciones llamaban la atención.

Y croaron y croaron hasta despertar a Zeus de nuevo, saturaron sus oídos con sus exigencias; y, como debierais saber ya a estas alturas, hay pocas cosas más peligrosas que no dejar dormir a un dios cuando tiene sueño, se ponen de muy mal humor. Por tanto, en un alarde de humor negro, Zeus les concedió su petición y les envió un nuevo rey que fascinó a las ranas. Era el Joven Rey Cigüeña que se movía, que actuaba, que era hermoso, elegante y digno de ser observado y mostrado…

… y si, por pura coincidencia, algunas ranas eran sacrificadas por él a menudo para conservar su fuerza, movimientos y seguir siendo dignos de ser observados por los otros estanques, pues bueno, pues vale.

Creo que Zeus todavía está revolcándose de la risa en el monte Ida, pero no se ríe con, sino de.

Y antes de que preguntéis dónde está el Viejo Rey Tronco, pues no lo sé; pero seguro que sigue haciendo lo que cree más correcto y necesario, como siempre lo hizo.

Publicado el por Francisco Javier Teruelo de Luis | 2 comentarios

La sombra del avellano.

Sólo era una sombra bajo la plata que se filtraba entre las hojas, negras en la noche, de la vieja castañal. De pie en silencio. La niña había acabado acostumbrándose y cuando se despertaba por la noche miraba por la ventana -¡la cantidad de broncas que se había llevado por ello!-. Día tras día, año tras año estaba allí cuando no había nadie. Pareció disminuir cuando instalaron las farolas, aunque aquel recodo seguía en sombra, recordaba que parecía temblar el año en que rodearon la vieja castañal con aquel camino empedrado para que la gente pudiera rodearla y admirar su majestuosidad, como cuando ella estaba esperando algo.

Una noche, con la luna más allá de las peñas no supo porqué, pero salió. Nunca se había movido tan sigilosamente; las escaleras de madera, que siempre chirriaban, se mantuvieron en silencio. Esperaba encontrar la cuadra trancada, igual que pechaban la puerta por la noche… pero no.

El viejo portón de roble claveteado se abrió con suavidad. Nunca había entendido porqué el resto de la casa crujía y chirriaba con cada paso mientras que aquellos portones se movían como si alguien los aceitara cada noche, incluso en pleno invierno. El paso estaba abierto y era demasiado tentador. Salió con un estremecimiento, el de hacer algo prohibido. Las luciérnagas iluminaban con su luz fantasmal, pero que fue suficiente en breves momentos.

La canción de la noche era intoxicante, nunca la había oído así. El reguero, siempre igual y nunca repetido, chicharras, grillos y buhos; el chotacabras lejos, en el blanco resto de la vieja nogal más allá del camino. Un perro aullando lejos, recordando vagamente en alguna parte de su memoria cuando cantaba con su manada en la Luna de Lobos y el bosque temblaba. Movimientos pequeños y sutiles entre las matas tras ver pequeños puntos de luz. Con sus ojos acostumbrados le pareció ver unos ojos grandes y vacíos como los de las vacas que recordaba que hubo en la cuadra y luego entrevió una cuerna enorme que se desplazaba a toda velocidad con gran estruendo que murió repentinamente. El extraño y enervante grito de la raposa. Se sentía inquieta, casi asustada; una intrusa en aquel mundo y, sólo por un segundo, recordó lo caliente y cómoda que se estaba en la cama, sin sonidos, protegida de todo…

Entonces levantó la vista. Todo se olvidó, sabía porqué estaba allí. Su sombra dentro de sombra. Parecía haberse girado, parecía mirarla. Cruzó con cuidado el reguero asustando a las luciérnagas; por donde pasaba parecía oscurecerse, el sonido cesaba pero la sombra era cada vez más definida. No era exactamente una sombra ni una persona. Había ojos allí. Ojos viejos, muy, muy viejos en un gesto adusto. Una voz que sonaba seca y algo chirriante como cuando se hacía algo con la madera de las castañales.

Y la voz, que no estaba segura de poder afirmar si la escuchaba o si la soñaba, le habló de compromisos, de historias enraizadas en tiempos muy lejanos donde el oro despertaba lo mejor y lo peor, de errores y de redenciones, de pérdidas que no podían ser recuperadas. De condenas. De esperanzas

No supo ni cómo volvió a su cama, sólo que a la mañana sacó rápidamente los restos de hojas, candelas y pellizos para que no la descubrieran. Desde esa noche esa voz la acompañó, a veces más alta, cuando el ruido del mundo dejaba espacio;  a veces como un murmullo al límite del sonido y siempre que estaba en casa veía la sombra mirándola. Incluso adivinaba que el gesto se iba suavizando lentamente. Recordaba -o soñaba, no tenía importancia- ir y sentarse en una de las raíces del enorme tronco mientras aquella voz hablaba; como poco a poco podría haber descrito la extraña vestimenta que llevaba, sus sandalias de cuero claveteadas que dejaban marcas tan curiosas en el suelo. Incluso a veces el día a día era tan exigente y agotador que quedaba enterrado en la memoria pero nunca fue olvidado.

Siempre demasiado después consiguió volver; ahora nadie le diría cuándo entrar o salir, ahora recordó el viejo cuento de cuando era niña de la Fuente del Avellano que buscó y que no existía, del tesoro escondido y comprendió que era el momento y que sólo faltaba el lugar. Y recordó una niña jugando en un prado húmedo, imitando a los mayores, que sembraban. ¿Cuánto tiempo había esperado ese recuerdo? ¿Por qué no se había acordado antes? Arrebatada, corrió a buscar el lugar pero llegar fue difícil. Urces y zarzales habían crecido por todas partes y sólo se podía ir por los senderos revueltos que ciervos, corzos y jabalíes abrían en la maleza y el resplandor metálico de la tarde inundó el cielo para volverse púrpura oscuro.

La forma de aquella peña cercana al río pareció golpearle la memoria, era un recuerdo tan vivo como si hubiera sido ayer. El claro parecía mantenerse milagrosamente. Y allí, en un extremo…

El avellano había crecido en aquel rincón, sus raíces, siempre buscando, habían abierto un paso por donde el agua que había desaparecido de otras partes llegaba fuerte, alegre y clara. El lecho del pequeño torrente brillaba con aquel tono entre negro y dorado  antes de unirse al río. Al lado, entre las sombras que había allí incluso al mediodía, se encontraba un viejo conocido, hubiera reconocido esos ojos en cualquier parte. El viejo cuento se había completado.

Y cuentan que ahora hay un sendero entre la maleza que sólo se ve cuando las luciérnagas iluminan, y que en ese sendero algunos, a veces han visto dos sombras, caminando hacia el río, que el río parece cantar más alegre, que la luz bajo la vieja castañal es más brillante,  que cada otoño da más castañas y más dulces que el anterior.

Y un niño cuenta que ha visto dos sombras bajo la castañal, y le han metido un broncazo de impresión por pasar la noche mirando por la ventana en vez de dormir. Y ese niño cada otoño recoge, sin saber cómo lo hace, las mejores y más dulces castañas que caen, y de día trepa al enorme tronco, y muchas veces se esconde en el corazón hueco del árbol donde los otros niños no se atreven a entrar. Dicen que es el niño más feliz que han visto en mucho tiempo, y que tiene demasiada imaginación.

Publicado en Relatos | Etiquetado , | Deja un comentario

Send in the clowns…

Acabo de salir y aún lo estoy procesando, pero me es necesario expresarlo y dónde mejor que en este pequeño diario personal que no leo ni yo mismo y que no tuvo ni tiene más sentido que darme otra válvula más para vaporar… o quizá si que lo tenga y me niegue a autoexaminarme para encontrarlo, pero eso es otra historia.

Dejo de divagar. Me han permitido asistir a una clase abierta tras un intensivo de clown. Hoy tenía el tiempo y ya de base se me supone a curiosidad. No esperaba nada puesto que iba virgen; bueno, nada más allá de algo bueno puesto que los actores, a quienes ya conocía, son fantásticos y tengo plena confianza en ellos. Tampoco pregunté, disfruto de esa sensación de permitir que las impresiones lleguen a mí por primera vez sin cálculo previo y, porqué no negarlo, es agradable saber que quedan algunos lugares donde puedo permitirme bajar la guardia y no vigilar mi espalda; quienes no tienen esos reductos no saben lo que se pierden.

¿Y que he visto? Emoción pura y bruta, sin cortar, sin maquillar; hasta el punto justo de el juego casi se saliera de la escala, pero siempre magistralmente llevado hasta el borde, manteniéndolo allí el tiempo necesario para que le emoción te embargue pero no que se transforme en una amenaza ni para los actores ni para el público y después desviada de la mejor forma posible. Subidas y bajadas calculadas para que la risa te lleve pero no te rías de, sino con. Nostalgia. Nostalgia de algo. Quizá de mayor inocencia, de poder jugar libremente, quizá de cuando uno podía dialogar con aquellos pozos profundos de tu propia mente donde ahora no te atreves a mirar por temor a ti mismo, dónde es fácil ahogarse y sabes quién entra pero no puedes estar seguro de quién saldrá. Recuerdos que pueden arrastrar lágrimas que no hunden sino que purifican. ¿Cómo puede estar un espectáculo así haciéndote partir de la risa y apenas cinco minutos después recordándote el poder de las miradas -de la tuya, de la mía, … de cualquier mirada en cualquier momento y lugar- hasta el punto de la incomodidad -siempre el punto justo, sostenido, sin pasarse ni un segundo- y en otro momento hacerte recordar una vieja bombilla de 125, una cocina económica de leña donde huele a un maravilloso café de puchero, una vieja radio de válvulas donde buscar emisoras a la luz de las estrellas, premio a la más rara posible; una puerta cerrada, siempre cerrada, a un espacio que aún ahora, con muchos más años a la espalda, sigue siendo un recinto mágico que la realidad no ha manchado puesto que un tornado lo hundió…. ya no está, pero está siempre? ¿Y la vieja manzanal de la puerta que sigue dando manzanas? ¿Existió alguna vez o sólo es un viejo sueño infantil que se ha hecho realidad por pura insistencia? ¿Y de dónde han salido esos canguros?

Sólo hay un truco en toda esta magia… perdón, me corrijo; no hay truco, es magia. Es la magia, la voluntad y el conocimiento para que no sea pornografía emocional sino una sabia dosificación de la emoción y siete actores magníficos. Estoy convencido que si quisieran podrían haber llevado todo mucho más lejos, hasta el punto de dañarse ellos y/o de dañar al público, pero eso queda para los buscadores de emociones más y más intensas cada vez, de la novedad porque es novedad en ella misma. Todo vuestro, a mí dejadme en paz con mi mundo.

Sólo puedo dar las gracias a los actores por invitarme a verles y quedar en deuda con ellos una vez más. Ya no sé ni cuántas os debo ni lo agradecido que os estoy por todo.

Por vosotros.

Publicado en Teatro | Etiquetado , | 2 comentarios

Sí, por motivos personales recurro a los viejos clásicos que me dieron una parte de los armazones que me permitieron llegar a hoy y aquí; los armazones que hacen que cuando las situaciones te desbordan puedas agarrarte a algo y sobrevivir. Y plenamente consciente de qué implica reclamo en voz alta lo que siempre he ejercitado de hecho sin necesidad de decirlo puesto que ahora necesito decirlo en voz bien alta:

Le Bret.

Si pudieras dejar esa costumbre aciaga
la fortuna y la gloria…

Cyrano

¿Qué quieres que haga?
¿Buscar un protector, un amo tal vez?
¿y cómo hiedra oscura que sobre la pared
medrando sibilina y con adulación
cambiar de camisa para obtener posición?

NO, GRACIAS.

¿Dedicar si viene al caso versos a los banqueros,
convertirme en payaso,
adular con vileza los cuernos de un cabestro
por temor a que me lance un gesto siniestro?

NO, GRACIAS.

¿Desayunar cada día un sapo? ¿Tener el vientre panzón?
¿Un papo que me llegue las rodillas con dolencias
pestilentes de tanto hacer reverencias?

NO, GRACIAS.

¿Adular el talento de los canelos,
vivir atemorizado por infames libelos,
y repetir sin tregua: Señores, soy un loro,
quiero ver mi nombre en letras de oro?

NO, GRACIAS.

¿Sentir temor a los anatemas?
¿Preferir las calumnias a los poemas,
coleccionar medallas,
urdir falacias?

NO, GRACIAS; NO, GRACIAS. NO. GRACIAS.

Y, para quienes lo prefiráis, el texto original.

Le Bret.

Si tu laissais un peu ton âme mousquetaire
La fortune et la gloire…

Cyrano

Et que faudrait-il faire ?
Chercher un protecteur puissant, prendre un patron,
Et comme un lierre obscur qui circonvient un tronc
Et s’en fait un tuteur en lui léchant l’écorce,
Grimper par ruse au lieu de s’élever par force ?
Non, merci. Dédier, comme tous ils le font,
Des vers aux financiers ? se changer en bouffon
Dans l’espoir vil de voir, aux lèvres d’un ministre,
Naître un sourire, enfin, qui ne soit pas sinistre ?
Non, merci. Déjeuner, chaque jour, d’un crapaud ?
Avoir un ventre usé par la marche ? une peau
Qui plus vite, à l’endroit des genoux, devient sale ?
Exécuter des tours de souplesse dorsale ?…
Non, merci. D’une main flatter la chèvre au cou
Cependant que, de l’autre, on arrose le chou,
Et donneur de séné par désir de rhubarbe,
Avoir un encensoir, toujours, dans quelque barbe ?
Non, merci ! Se pousser de giron en giron,
Devenir un petit grand homme dans un rond,
Et naviguer, avec des madrigaux pour rames,
Et dans ses voiles des soupirs de vieilles dames ?
Non, merci ! Chez le bon éditeur de Sercy
Faire éditer ses vers en payant ? Non, merci !
S’aller faire nommer pape par les conciles
Que dans les cabarets tiennent des imbéciles ?
Non, merci ! Travailler à se construire un nom
Sur un sonnet, au lieu d’en faire d’autres ? Non,
Merci ! Ne découvrir du talent qu’aux mazettes ?
Être terrorisé par de vagues gazettes,
Et se dire sans cesse : « Oh, pourvu que je sois
Dans les petits papiers du Mercure François ? »…
Non, merci ! Calculer, avoir peur, être blême,
Aimer mieux faire une visite qu’un poème,
Rédiger des placets, se faire présenter ?
Non, merci ! non, merci ! non, merci !

Y seguimos para bingo.

Publicado el por Francisco Javier Teruelo de Luis | Deja un comentario

Un año de silencio… roto por las flautas que hacen bailar a Azathot mientras roe los cimientos del universo..

No tengo excusa ni daré explicaciones. Las cosas son como son y cada uno las sobrevive como puede o le dejan, lo que sea primero.

De todas maneras, espero poder volver poco a poco y, de momento, les traspaso esta noticia cuanto menos curiosa.

Necronomicon – El musical!!!

(desde http://noencuentroellitio.wordpress.com/)

Me imagino estos relatos de muchas maneras pero como músical, reconozco que me cuesta.

Saludos

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Feliz Día de Todos los Santos

Tras la noche dedicada a los difuntos viene el día de los vivos (por eso Todos los Santos, aunque normalmente se confunde el objetivo).

Uno de los clásicos desde el siglo XX de estos días es, como no, La Guerra de Mundos, del la cual encontrarán multiples versiones por la red, pero a mí me gustan éstas, y como éste es mi blog… pues eso, que ya saben lo que sigue.

Una hora de maravilloso radioteatro (dos si lo intentan con la original). Disfrútenlo.

The War of the worlds. 30 de Octubre de 1938.

La Guerra de los Mundos. 30 de Octubre de 2008.

Hasta luego.

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Escenario: Inglaterra durante la Guerra de las Dos Rosas. Rebeliones, carne de lanza en el pueblo para cualquier familia con capacidad de movilizar ejércitos. El cura de turno opina sobre las revoluciones:

– Nunca, Bennet. Eso no puede ser- respondió el cura-. Jamás una revolución fraguose entre los de abajo, Bennet, y esta opinión la comparten todos los cronistas sensatos. Las rebeliones siempre caminan de arriba abajo. Cuando Juan, Pedro y Manuel la toman por suya, averigua siempre quién es el señor que ha de sacar provecho de ella. …

La declaración hace pensar y quizá, en muchos casos, tienen razón. ¿Y cuándo no es así? ¿Cuántas veces no es así y se manipula posteriormente? Porque nos olvidamos de aquel que decía -parafraseando- que: «Los peligrosos son quienes sueñan despiertos, porque intentarán hacer realidad sus sueños».

Publicado el por Francisco Javier Teruelo de Luis | Deja un comentario

¿De verdad? ¿Habéis vuelto a descubrir la pólvora?

Parece que con la que nos está cayendo a todos en general, la gente redescubre cosas que siempre han existido… eso sí, seguimos viviendo en el mejor de los mundos posibles y hemos de tener mucho miedo, no movernos y no hacer olas, no sea que alguien se enfade y uno no pueda irse de hoteles al Caribe, que es el sueño de cualquier ser humano (si no lo tienes, no eres humano; sólo tienes su forma).

 

«La industria resinera de Nogarejas competía con las de Segovia y Soria»

 

PS: Nogarejas en un pueblín pequeño que ha conservado su ayuntamiento por los pelos, y aquí podría incorporarse también «tonterías» como las centrales eléctricas pequeñas que no arrasan valles ni ríos enteros y otros temas. Para otro día que haya tiempo.

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Siempre me gustó Scaramouche como película y como novela incluso con las notabilísimas diferencias entre ellas, pero hacía tiempo que no la releía, así que no recordaba este pasaje… Vamos a ello. Francia, 1790, creo que será autoexplicativo:

«… Más inminente que cualquier disturbio que pudiera ocurrir en Bretaña era lo que se estaba gestando en París, donde el panorama político aparecía más sombrío que nunca desde 1789.
… André-Louis vio señales y oyó rumores siempre crecientes que anunciaban ese levantamiento. Indolentemente habían lanzado la tea ardiente en el polvorín que ya era París: esa tea era el manifiesto de Sus Majestades de Prusia y de Austria que culpaba de cuanto pudiera ocurrir a todos los miembros de la Asamblea, de los distritos, de las municipalidades, a los jueces de paz y a los soldados de la Guardia Nacional, quienes debían ser tratados según el fuero militar.

Sólo falta añadir «Todos los que habéis vivido por encima de vuestras posibilidades» y el discurso suena ominósamente presente, ¿verdad? incluso con la referencia a Prusia.

Publicado el por Francisco Javier Teruelo de Luis | Deja un comentario